(Dedicado a todos los amigos del camino anterior, los de este y los que siguen)
Ya he emprendido mi viaje al norte de Chile. De a poco, comienzo a acostumbrarme a las largas jornadas sentado en un bus. No dejo de pensar que son más divertidas que pasarse la vida sentado frente a un escritorio, al menos aquí la ventana te sorprende con cada mirada. La luna nueva otra vez está iluminando el cielo chileno y se pinta como sonrisita pícara en el cielo. ¿a quién estará coqueteando esta vez? Estoy sentado en el mirador del Cóndor en Torres del Paine y fue inevitable no pensar.
Te vi triste anoche. Las despedidas nunca han sido lo tuyo. Tal vez te da duro ya tanto acumular adioses de gente que en el camino hemos conocido. Voy a dejar esta carta bajo tu almohada, pues tu decidiste quedarte en Punta Arenas, Chile, esa ciudad donde vimos a cientos de personas lanzarse al mar al borde de la congelación durante el Festival de Invierno durante el fin de de semana. Yo seguiré mi camino al norte.
Verte así me hizo recordar cuándo nos conocimos. Era el día anterior a mi inicio en la universidad. De eso pronto se harán nueve años y ya ves, aquí estamos. Yo, después de perderme tomando por primera vez un bus en una ciudad que apenas conocía, llegué frente a la UPB a una tienda que se suponía famosa entre los universitarios y que decían, sería mi segunda casa, su nombre “El proveedor”.
Conocía a Mary Castaño desde Bogotá e invitado por ella llegué a ese sitio para celebrar que al otro día, comenzaría mi carrera como diseñador gráfico. -Ella es Carolina- dijo. Nos dimos la mano, un beso en la mejilla y eso fue todo. No hubo fuegos pirotécnicos, tampoco una alineación astral; es más, tal vez ningún horóscopo había pronosticado el encuentro.
Hoy sin embargo, nueve años después estás ahí sentada muy pensativa frente a la hornilla viendo a las llamas moverse en la Patagonia chilena. Luego de algunas despedidas que ya hemos dado y verte así con la mirada perdida algo surgió en mi cabeza ¿Qué o quién es un amigo? Es la pregunta que me da vueltas después de todo. ¿Será alguien con quien tienes una conexión? vos y yo hemos pasado por muchas cosas juntos, novias y terminadas mías, novios tuyos, la historia de tu padre, la leyenda sobre el mío, cocinadas, postres, reflexiones profundas sobre cosas superficiales, reflexiones superficiales sobre cosas profundas y en fin.
Existe claro con los años mayor unión, pero si lo piensas, de hecho siempre fue así. Recuerdo que el primer tema sobre el que hablamos tú y yo, fue la monografía que para graduarme del colegio, recién había escrito. Era una reflexión sobre la mentira y sostenía la teoría de que, apartando el factor de moralidad, la mentira era un detonante creativo sino una columna importante de la creatividad. Para mi sorpresa, estuviste de acuerdo y de hecho me la pediste para leerla completa. Entonces con personas que recién conoces también puedes hacer lo mismo ya ves, cosas muy profundas tuyas hacen “click” con cosas que otro, tal vez, no había pensado.
Hoy no creo que se necesiten de cosas tan profundas como una reflexión filosófica para entablar una amistad duradera pues en este viaje por ejemplo, bastó que Rafa el español oyera que yo preguntaba por una dirección en Ushuaia a la que él también iba para que comenzaremos a hablar y termináramos viajando juntos casi dos semanas intercambiando datos, modificando destinos a conveniencia de ambos y agregando otros puntos del mapa solo por darnos gusto. Tu te reías de sus refranes y particular humor negro, muy parecido al tuyo.
¿Un amigo es una persona en quien confías? no creo que sea tan radical como eso. Obvio con el tiempo, aprendes a confiar y en eso estará basada la relación pero de entrada apenas si puedes hacer una lectura rápida de la otra persona, para rematar, muchas veces errada. No se me ocurre mayor prueba de confianza que dormir en un cuarto de hostal lleno de gente. Aquí no conoces a nadie, no sabes de sus mañas, ideales, enfermedades, sueños, luchas o historias. Supón que llegas en la noche y todos ya están profundamente dormidos. Son cuerpos horizontales, algunos roncando y otros rodeados del desorden de sus maletas a medio desempacar. Obviando que podrías tomar cualquier cosa que no es tuya y robar, la mayor prueba de confianza en realidad se la das tú a ellos pues, como en en cualquier animal, tu momento de mayor vulnerabilidad será mientras duermes. Ahí se cierra el ciclo, se confía el uno en el otro, ellos a tu llegada, y tú en su despertar.
Tú hace unos años y hace poco, Lilibeth la colombiana y Emanuel el brasileño y hasta Lucia la señorita de Uruguay, se veían muy serios en principio, casi antipáticos. La lectura que hice de ustedes fue de personas que imponían barreras y que eran poco accesibles y ya tú y yo después nos volvimos muy unidos. Durante este viaje tú por ejemplo con el pasar de los días, te hiciste muy amiga de Lili que nos rescató cuando en Lima, Perú, el hostal al que llegaríamos había sido un fraude y nos ayudó a encontrar una cama cómoda y segura en el mismo lugar dónde ella dormiría siendo ya tarde en la noche. Viajamos con ella, hicimos Lima y Machu Picchu a su lado y era como conocerse de hacía mucho tiempo. Emanuel por su parte en Ushuaia, tuvo la idea al ver el hostal lleno de preparar caipirihias en una fría noche para todos y fue entonces cuando el hombre de metro noventa de estatura sacó una sonrisa gigante que rompió el hielo. Esa noche además, con el hostal lleno de gente de todas partes del mundo, acabamos haciendo show de bailes típicos y entonces yo me di cuenta de lo mal que había juzgado. No era un tipo grosero, simplemente era tímido en principio y al saludarlo, no nos había entendido pues, su español es nulo y ya ves tú, viajamos ahora todos juntos, sobreviviendo a caídas, al cansancio y al trato poco amable de una ciudad como Río Grande y la conexión entonces existe.
¿En cuánto tiempo se crea un amigo, se requiere de muchas o de pocas vueltas en el reloj?
Tengo amigos que si lo pienso ya llevan más de un cuarto de siglo conmigo y ya he vivido en carne propia y tú conmigo, millón de veces una conexión inmediata con alguien en el instante de conocerle. Basta que leas sobre los dueños del hostal Samarce House en Punta Arenas o de Paulina en el Yagan House o a Matías el guía de Puerto Natales o de las bellas francesas que conocimos tú y yo estando en Ushuaia. Una despedida de esas que te deja aburrido el resto del día pero que racionalmente piensas no debería ser así pues apenas si pudimos compartir cuatro días con ellas. ¿Es entonces alguien cuya despedida te deja un vacío? Si de algo hemos tenido que aprender vos y yo en la vida o ya a estas alturas del viaje, es sobre el desprendimiento. Decir adioses que no se quieren y aún así alejar el drama, las lágrimas, dejar una última sonrisa como si fuese la estampilla de una última carta y marcharse sin mirar atrás desconociendo por completo si la vida tendrá pensado volvernos a juntar o no algún día en otro lugar. Desprenderse no es dejar la humanidad y la sensibilidad, ahora que reflexiono sobre esto, creo es solo aprender a entender que hay ciclos y cosas en la vida que no se controlan y que de ellos se debe disfrutar mientras duren. Y entonces pienso en esos que también se sienten muy cercanos y viejos amigos y de los que despedirme al irme de Colombia no me dio duro pues sabía que siempre estarán ahí. Los mismos que tomaron mi diario y dejaron allí una nota para que al sentirme lejos de casa, por medio de letras pudiese regresar a ellos en segundos. No se trata entonces de sentir o no dolor en una despedida. Tampoco del tiempo que te tome hacer una conexión.
¿Un amigo es alguien que te sirve para algo? aunque suene superficial, tal vez si. Ya he dicho a varios amigos cercanos que así como tienes el derecho a ser profundo y reflexivo y observador, también tienes el derecho y el deber de compensar en pro del equilibrio con algo de superficialidad, gustos banales y miradas que no observan sino que apenas escanean. Un amigo creo es definitivamente un pasajero cuyo tiquete en este viaje que es la vida es más para beneficio de uno si se abren los ojos y se está dispuesto a aprender. Te sirve para mejorar, lo puedes usar para crecer, para practicar afecto cuando otro tipo de relaciones no te ofrecen lo que te llena. Funcionan para ver qué es eso que debes cambiar en ti. Son muy útiles para practicar el arte de entregarse en un abrazo. Un amigo si es entonces, una herramienta de cambio pero no todos están dispuestos a tomar las herramientas y trabajar.
Un amigo, una palabra tan escasa y común. Tan profunda y tan cualquiera
otra para describir lo que no se puede con palabras. Después de todo creo que me quedo solo con que son aquellos que te ayudan a vibrar para bien, algunos con mayor duración, otros por menos tiempo, pero siempre con la capacidad de hacerse extrañar, de quitarte la armadura, de dejarte ser y de mostrarse como son. Viajeros del camino de la vida, ladrones de sonrisas. Familiares que uno va escogiendo.
Gracias a todos ustedes, los que se me han cruzado en el camino. Gracias por rescatarme, ayudarme, sacarme sonrisas, estar pendientes, gracias incluso a ustedes, los que aún no han aparecido.
Espero mi gran amiga, que todo en tu vida comience de nuevo a equilibrarse. No hay manera de saber qué hace que suceda una cosa y no otra. Que lleva a qué. Qué hace fracasar qué. Qué hace que algo florezca o se marchite. Qué hace que algo cambie de rumbo. No vale la pena desgatarse con preguntas de las que nunca nadie tendrá respuesta. ¿Y qué si nos perdonamos? ¿Y si nos arrepentimos? si pudiéramos cambiarlo todo, ¿qué cambiarías? yo no alteraría nada, no cambiaría una coma o un punto aparte o borraría ningún punto final que he puesto. ¿Y qué si todo lo que hemos hecho nos trajo hasta aquí?¿Y si nunca nos redimimos? ¿y si siempre lo estuvimos? a mi me tomó años convertirme en el hombre que mi mamá crió y solo tras perderme en la selva del dolor, encontré la manera de salir del bosque. De eso ya mira, quién diría, pasaron casi diez años en un abrir y cerrar de ojos. No sabía a dónde iba hasta que decidí salir. No sabía a dónde llegaría hasta que llegué aquí. Gracias pensaba ayer mientras andaba a oscuras por una carretera en la pampa chilena. Gracias por todo lo que el sendero te puede enseñar y por todo lo que aún no tenía manera de saber en su momento y que me llevó a tomar las decisiones que tomé. Mi vida, como todas las vidas, misteriosa, irrevocable, sagrada e indomable. Tan cercana, tan presente, tan mía y que salvaje fue simplemente, dejarla ser. No te quedes ahí, es hora de seguir. Siempre has seguido y aunque tú insistes en querer quedarte despierta frente al fuego pensando, ya sabes que estaré en el cuarto de al lado mi amiga, toca la puerta. Es hora de salir, iré por mis zapatos pues “tengo promesas que cumplir y kilómetros que recorrer antes de dormir” *