Avada Festival
Pagos
Avada Festival

Un lugar llamado Washington D.C.

Por: Morphart

Información útil

Dónde quedarse:

Duo Hostel

Teléfono: +1 202-808-2195

1223 11th St NW, Washington, DC 20001, Estados Unidos

Ordenado, limpio y muy bien ubicado. Además tiene buenas tarifas

Cómo ubicarse:

El downtown de Washington D.C funciona como una perfecta cuadrícula de letras y números. Aumentan de abajo a arriba en el mapa y de derecha a izquierda.

Lugares Clave:

National Mall

Union Station:
2 West /40 Massachusetts Ave., NE
Washington, DC 20002

Spy Museum

800 F St NW, Washington, DC 20004, Estados Unidos

National Portrait Gallery

8th St NW & F St NW, Washington, DC 20001, Estados Unidos

Carta Abierta

Laura:

“Tú y yo somos amantes de los libros y las series de intriga y de enredos. Scandal, House of Cards, White Collar, Suits y se me escapan un par más, han sido parte de nuestras largas conversaciones y por eso es para vos esta carta abierta. No solo por las series que veo y que transcurren en la capital de Estados Unidos te recordé en este viaje. Estudiaste leyes y eso es algo que inevitablemente relaciono con construcciones tipo romanas o griegas, tal vez por cliché o por simple comodidad conceptual. Decidí robarte para que viajaras conmigo y sacarte un poco de esa rutina a la que tu responsabilidad te lleva a veces. Quise robarte y traerte para que conociéramos juntos la ciudad donde Olivia Pope todo lo arregla y donde el “malo” de House of Cards intenta conciliar el sueño entre sus intrigas. Esta carta, es para vos y para cualquiera que quiera una historia. Esta es una carta de Dónde está Morphart sobre Washington D.C.”

La maleta pesaba. Era temprano en la mañana y ahí estaba, con la cabeza apenas despertando luego de un par de minutos que tuve de sueño profundo durante el viaje desde Orlando, Florida. Abrí los ojos y ahí estabas vos. La abogada que conocí hace un par de años en un bar en Bogotá. Era el primer viaje juntos y recordé por unos segundos esas primeras conversaciones invadidas por títulos de libros y poemas.

-Mucho gusto, me llamo Laura Muñoz- dijiste y yo solo pensaba que era el saludo más seco y diplomático que alguna vez alguien me había dado. No era malo pero de lejos, fue diferente.

Fue entonces que te desperté y bajamos algo desorientados de ese tren. Supuse que lo primero que harías sería tomar un café para despertarte un poco y logré entusiasmarme pues con tu café vienen las historias. Sin embargo, lo primero que hiciste fue ponerte la chaqueta y quedarte inmóvil en una silla, como si estuvieses ahorrando energía mirando un punto cualquiera en esa estación en la que todos caminaban de afán con un vaso de cartón en la mano.

El clima era claramente más frío de aquel que a latigazos de sol nos había torturado durante las caminatas en el sur. El viento se oía afuera a pesar de la cantidad de ruido en Union Station. Me acerqué a la puerta no sin antes darme como en una especie de ceremonia que he descubierto he adquirido, un par de segundos para preparar mi nariz para recibir el aire de los nuevos lugares como bienvenida. Alguien abrió la puerta justo antes que tú y entonces el aire frío se metió a jugar entre la chaqueta. Tú, que con tan pocas ganas te enfrentas a las bajas temperaturas me miraste angustiada.

“Bienvenidos a Washington” pronuncié mientras me paraba bajo las inmensas columnas tipo griegas que sostenían la estación y  tenía como banda sonora “Dreaming out loud” de One Republic en los oídos y tú tarareabas algo que no identifiqué. La escena era de película, hombres y mujeres con audífonos puestos, maletines de cuero, corbatas y trajes oscuros moviéndose de afán por grandes avenidas de color negro muy limpias y pulidas que contrastaban con el color blanco del mármol que parece se tomó por asalto esa ciudad.

Caminamos por Massachussetts Av. hasta Vernon Sq. en busca del hostal que tuviste la precaución de buscar antes de llegar a la ciudad,y luego de dejar allí las maletas, no había tiempo para perder. Caminamos por 11St. con dirección al sur. Perdidos, y en pro de la literatura diremos que fue a causa del sueño que aún nos mataba, fuimos rescatados por tal vez una de las pocas caras que en D.C. sonríen. Era una mujer, con la piel tan lisa como cualquiera pueda imaginar y con ojos grandes y pelo crespo. Llevaba un emblema que se convirtió en el símbolo del rescate luego: “Downtown D.C. guide”.

El primer destino fue el Museo de los Espías. Fácilmente uno de los museos más divertidos a los que he entrado en la vida. Sin dudarlo un segundo, fuimos a la exposición por el aniversario 50 de James Bond y honestamente fui uno de los seres humanos más felices aquel día. Tomamos una misión real de espías dentro del museo y nos aprendimos nuestras coartadas. Tú eras una agente KGB que vivió durante la guerra fría en New York y yo era Damian Walker, un estudiante de arte de 18 años de origen británico que iba a Turquía por 14 días de viaje turístico mientras que recopilaba información para el MI6.Buscar códigos, abrir cajas fuertes, aprender cómo apagar cámaras de seguridad sin ser detectados, gatear por los túneles de ventilación para oír a otros participantes. Sencillamente increíble y el letrero de la entrada cobró sentido: “Remind yourself is just a game”.

El día a día había comenzado entusiasmado y alegre con ese jugo de espías. Siguiente destino, el Museo del Retrato, solo cruzando la calle. Majestuoso, lleno de fotografías y pinturas y aún recuerdo que ambos nos miramos asombrados al leer que durante la post guerra y durante la Depresión, el gobierno dio a los artistas dinero para que crearan obras que mostrasen la mejor cara del país, su gente, su industria y sus paisajes. Escenas comunes inmortalizadas en acuarelas, oleos y lienzos. Qué más se puede pedir.

Lo que más me sorprendió de caminar por esta ciudad tan “perfecta” es que la gente a pesar de vivir en una burbuja, no sonríe. Ni siquiera la gente que estaba de vacaciones se veía sonriente. Alguien luego me dijo que es por que la gente que viene aquí, son por lo general empresarios y gente que trabaja duro, y aunque vienen de vacaciones, llevan ya tatuado en su cabeza el término “rutina”, -el cambio les genera estrés, incluso ir de vacaciones es algo nuevo y al que le gusta la rutina, no le gusta encontrarse con cosas nuevas que le rompan precisamente esa rutina-. Me voy pensativo con eso.

Con el pasar de los días y a veces con los pies a punto de fundirse por exceso, ¿recuerdas que llegamos al Museo del Aire y el Espacio, al Jardín Botánico y al Archivo nacional? Yo no me creo aún que hayas medido la distancia y que solo en esa ciudad por cuatro días caminamos doscientos kilómetros en total. Valió la pena ir casi cinco veces al monumento de Lincoln y hacer todo el recorrido del National Mall con sus memoriales de la Segunda Guerra Mundial; Corea, Vietnam, Martín Luther King Jr., Jefferson y el imponente obelisco a Washington.

Estar justo ahí sin planearlo en el día de los veteranos y ver los ritos con los que esta cultura del orden saluda a sus muertos, ver como la gente se quedó quieta, y solo puso la mano en su pecho cuando con un microfono desde una esquina del parque comenzó a sonar el himno nacional; los rojos y amarillos intensos en los árboles, la limpieza y la sensación de seguridad que esta ciudad te dan, son cosas que recordaré por mucho tiempo. Lo que me prometo no olvidar jamás fue esa sonrisa de ambos mientras sentados en las escaleras del monumento a Lincoln, con un sanduche, pretzels y una Coca-Cola, viendo en dirección al Obelisco, recordamos que la felicidad, radica en los detalles sencillos. Tener allí con Ashley y el mexicano una de las conversaciones más interesantes sobre arte, filosofía, arquitectura y economía… sentirse retado para estar al nivel de la charla y como siempre, conocer gente del camino de la que aunque pasaron solo cinco minutos de conocerse, ya no te quieres separar: Florencia y Agustina de Uruguay.

Decidiste quedarte en el hostal, era tarde en la noche cuando salí. Parece que te gustó la ciudad y parece entonces, yo deberé buscar con quien viajar a mi próximo destino, New York.

Otros artículos

Ir a Arriba